Toma
entre tus dedos la parte que más ames de tu cuerpo,
siéntela,
sacúdela violentamente, si duele estás en el lugar correcto,
si
no duele has encontrado el lugar correcto, nada es incorrecto.
Pretendamos
que soy un reloj sin minutero,
y
te doy ahora, hora tras hora, sin detenimiento,
te
miento, me adelanto, me vengo encima,
te
duermo, árido te despierto, me viertes y te vierto,
me
calculas si el sol está en mí meridiano cero.
Ahora
creamos que nos amamos como mozuelos
Y
te acerco la cadera a dos minutos del fuego
que
se asoma estrujado entre pliegue y talle,
entre
muslos lánguidos pero fuertemente certeros,
volvamos
a amarnos sin que te importe si soy
aérea
o soy el tiempo, seamos el manjar suculento.
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