lunes, 26 de enero de 2015

De oficio follar

Mi oficio es el de la faena, el meneo,
el de brincar hasta mirar cerquita a Dios
por supuesto me refiero al dios de lo obsceno,
el de gritar desenfadada en lo oscuro,
el de callar cuando tengo en la boca el deseo,
llámame es afirmación y de nombre María,
cinismo mi segundo mote y caliente el tercero,
tú, eres libre de aclamarme como mejor quieras
mientras miras la dulce abertura de mi infierno.

Es cosa ortográfica, comer con G, amar con M de mujer,
perderme entre blanco enigma, en el tibio esmegma,
en la mata de gruesos rizos que tomo como trinchera,
con un beso que te diga que estoy en diluvio constante
y con un sexo que te alabe como sitio divino de Onán.

He andado tantos nombres sin haberme perdido,
buscando la materia que me haga suculenta fruta,
vallar embravecido, inhóspita y exacta, salvaje rijosa,
una naranja mordida, una ciruela jugosa y partida.

Mi oficio es estar al borde del acantilado,
en perpetuo socorro, en infinito ademán de hambre,
tú como fornicio perpetuo, yo de abajo a arriba,

si follar de esta forma es un atentado, soy la anarquía.

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